Nuevas alianzas: el acuerdo entre los K y Lousteau

Cristina Kirchner intenta sortear el lodo de sus repetidas decepciones políticas, marcadas por derrotas en seis de las últimas siete elecciones

La ex presidenta busca desesperadamente recuperar algo de centralidad, para no pasar al olvido. También pretende evitar el naufragio de su séquito, tripulantes ya veteranos de una Cámpora. La cascada de desgracias también afecta a los poderosos intendentes del Gran Buenos Aires y a los gobernadores peronistas. Nadie sabe bien cómo reaccionar ante el constante goteo de escándalos de Alberto Fernández, hasta la semana pasada, presidente del Partido Justicialista.

Cristina y Máximo han asumido lo indeleble de muchas de sus manchas. Amado Boudou, Lázaro Báez, los Josés López y Alperovich, Fernando Espinoza y Martín Insaurralde son solo algunos de los tatuajes que nunca se borrarán.

Los errores en cadena, que comenzaron con ella misma como candidata a Senadora, y luego con Daniel Scioli, Alberto Fernández y Sergio Massa, son demasiado para cualquiera. Ahora nos quiere imponer a Lousteau», reflexiona con tono quejoso un intendente con influencia en el PJ bonaerense.

Un senador cercano a uno de los gobernadores peronistas critica: «Ahora Cristina y Máximo quieren que aceptemos a este flaco (por Lousteau). Una locura. Tarde o temprano, esto va a explotar. Como decía Duhalde, estamos condenados, pero a seguir perdiendo elecciones».

La mesa chica kirchnerista aseguran que el ping-pong entre Máximo y Lousteau comenzó a principios de año, de la mano del también senador Wado de Pedro. «Martín y Wado se visitan frecuentemente en sus despachos. Aquí les decimos los nuevos viejos mejores amigos», bromea un asesor de bancada que se jacta de reconocer el rechinido de las pisadas en los antiguos pasillos de la Cámara Alta.

El acuerdo entre los K y Lousteau para que el presidente del Radicalismo también presida la estratégica Comisión Bicameral de Control, el espionaje oficial representaría un eslabón: que el perokirchnerismo y el radicalismo «progre» confluyan en un frente anti Milei.

Un senador, «radical de Alfonsín, aclara: «Lo que hace Martín con los Kirchner es construir poder desde un lugar debilitado y sin fuerza. No está pensando ahora en votos. Martín, igual que Cristina, apuestan a que Milei fracase. En ese plan, y sin alternativas viables en la oposición, cree que puede surgir como la opción menos mala, con estilo y cierto respaldo académico en economía, que es lo que buena parte de los jóvenes, incluso entre los libertarios, están pidiendo».

La prueba de la sociedad K con la máxima autoridad de la UCR fue exitosa: la marcha universitaria, La Cámpora y el mecenas de Lousteau, Emiliano Yacobitti, acordaron hasta el último detalle cómo mostrarse en la manifestación, que resultó tan masiva que quizás causó el mayor daño a la coraza mileísta.

Incluso, De Pedro, Lousteau, Máximo y Yacobitti ya habrían planteado volver a salir juntos a la calle, siempre enarbolando la defensa de las políticas universitarias gratuitas y públicas.

«La violencia y las aventuras de Alberto obligaron a postergar todo. Miralo a Sergio (por Massa), que no puede ni asomar la cabeza. La nueva marcha ya está acordada, solo falta poner fecha». 

Ahora, con estos escándalos, no podemos salir a la calle. Pero en cuanto baje la espuma, la haremos», señala uno de los consejeros superiores que Franja Morada tiene en la UBA, espacio estudiantil con mucho presupuesto para hacer política y que maneja más de la mitad de las 13 facultades.

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