Arrieta y su nuevo bloque FE en la Cámara de Diputados

«Decidí formar mi propio bloque porque no puedo pertenecer a un lugar donde no me respetan a mí ni a la agenda del Presidente», anunció Arrieta a la salida del Congreso a las 20:30, apenas unos minutos antes de que comenzara la videoconferencia del bloque libertario que definiría su expulsión

Los votos ya estaban listos —solo Rocío Bonacci, otra de las «arrepentidas» de la visita al penal, quería abstenerse—, por lo que Arrieta decidió adelantarse y convocar una conferencia de prensa para informar que formaría parte del nuevo bloque «FE», un nombre que hacía referencia a su fe cristiana evangélica. Esta misma FE fue la que ella utilizó como justificación, en una conversación privada dentro de LLA, para visitar a represores en la cárcel.

«Como parte del oficialismo, seguiré defendiendo mis valores judeocristianos y liberales, apoyando al presidente de la Nación, Lic. Javier Gerardo Milei, desde mi labor como legisladora», explicó la diputada en una nota dirigida a Menem. 

Arrieta insistió en que seguiría siendo parte del oficialismo; sin embargo, su decisión afecta la estructura de LLA en el Congreso. A partir de ahora, LLA contará con solo 37 diputados propios, la misma cantidad que el PRO. Esto representa un problema para LLA, que había pospuesto la expulsión de Arrieta para evitar quedar igualado con un aliado que, la semana pasada, mostró su descontento y ayudó a derogar el DNU de los 100 mil millones para la SIDE.

Menem está preocupado. La semana pasada, incluso, se reunió con Oscar Zago, el expresidente del bloque libertario a quien Menem reemplazó en abril por Gabriel Bornoroni. Desde entonces, Zago ha formado parte del MID junto a Cecilia Ibáñez y Eduardo Falcone. Menem le propuso a Zago formar un interbloque para ganar peso en el recinto, una idea que Zago había estado promoviendo hace unos meses y que Menem había ignorado. 

Los roles ahora se han invertido, y Zago respondió que prefería esperar para ver si era posible formar un interbloque con el PRO. 

Arrieta: se adelantó antes de su expulsión 

Aunque Arrieta se adelantó, su expulsión del bloque se había estado gestando desde hace tiempo. Desde hace semanas, varios la criticaban por haberse «salvado sola» tras el escándalo de la visita al penal de Ezeiza. «Nací en 1993 y no tengo ni idea de quiénes eran», se defendió y asegurando que Beltrán Benedit la había llevado «engañada». 

La gota que colmó el vaso fue la denuncia penal por coacción, amenazas, abuso de autoridad y conspiración contra sus compañeros de bloque que organizaron la visita. «Cruzó los límites, rompió los códigos», afirmaban desde la presidencia de la Cámara de Diputados.

A la denuncia —que el fiscal desestimó por «pueril e infantil»— se sumaba el hecho de que Arrieta responsabilizaba a Menem por la excursión al penal. «Martín Menem deberá dar explicaciones. Nosotros no nos mandamos solos», declaró en la comisión de Peticiones la semana pasada, cuando comenzó a debatirse en Diputados la visita a Ezeiza. 

Arrieta ya había denunciado a Sharif Menem, sobrino y secretario privado del presidente de la Cámara, pero últimamente venía acusando, cada vez con mayor insistencia, al propio Menem de estar al tanto de la organización.

La línea de Menem y Bornoroni era encapsular el tema y contener a sus miembros. «No podemos darnos el lujo de seguir perdiendo diputados», reflexionaban. Pero la denuncia penal y, posteriormente, la decisión de Arrieta de insinuar que daría quórum en la sesión por el DNU de Inteligencia generó una ola de ira interna que finalmente se manifestó en una reunión del bloque en el Salón Blanco el pasado miércoles.

Ese día, Arrieta fue removida por la fuerza por la Seguridad del Congreso. «No tuvieron el valor de defenderme cuando debían. Recibí amenazas de muerte y ustedes se burlaban de mí. Me tendieron una trampa», gritaba la diputada, cuyos alaridos se escucharon por todo el Palacio. ¿El motivo? Minutos antes, Nicolás Mayoraz y Lorena Villaverde, dos de los diputados que pedían su expulsión, la habían confrontado por la denuncia penal, y Arrieta estalló.

«Nadie se acercó a calmarme. Ni siquiera Martín Menem, quien en lugar de levantarse y preguntarme cómo estaba, lo primero que dijo fue que ‘era momento de no ser tibios y de no venderse como prostitutas’», relató luego Arrieta, quien, pocas horas después de aquel enfrentamiento, fue a la comisaría a denunciar a Mayoraz, Villaverde y al propio Menem por violencia de género.

Arrieta no es, sin embargo, cualquier diputada. Es hija de un exmilitar acusado de torturas durante la guerra de Malvinas, había formado parte del círculo íntimo de Menem y había estado a cargo de la organización de LLA en Mendoza. 

Pero en el último mes, terminó quedándose sin nada. Y, en modo de venganza, decidió presentar una serie de denuncias. La última, impulsada por su abogado Yamil Castro Bianchi, hace hincapié en un supuesto financiamiento por parte de los genocidas a los abogados «para avanzar en una agenda contraria a los intereses del presidente», según describe Arrieta.

A pesar de las denuncias y la ira acumulada durante semanas, el bloque optó por ignorar la situación. La videoconferencia que debía definir su expulsión fue, al final, breve y sin emociones. «Arrieta ya no forma parte del bloque», anunció Bornoroni. Y eso fue todo.

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